

Después de haber tomado fugazmente Zacatecas sin haber cumplido su objetivo -que era capturar a Juárez- los hermanos Joaquín y Miguel Miramón abandonaron la ciudad rumbo a Querétaro, junto con la parte de su ejército imperial. No esperaban que el general Mariano Escobedo los persiguiera y diera alcance el primero de febrero de 1867 en las inmediaciones de la Hacienda de San Jacinto, ya casi llegando a Aguascalientes.
Escobedo los rodeó por tres flancos, por lo que era muy difícil enfrentarlo. Fue entonces cuando Miguel Miramón, menor que su hermano en edad pero con el puesto de general en jefe de la división, ordenó la retirada. Joaquín se dio cuenta que esto no sucedería sin complicaciones y aunque delante de Miguel hizo como si fuera a seguir sus órdenes, se escabulló por uno de los flancos en dirección a la retaguardia, lugar desde donde defendió las tropas con el objetivo de ganar tiempo para el avance de su hermano, a fin de que no le pudieran dar alcance. Cuando consideró que había logrado esto, descuidó la defensa y fue herido en un tobillo, resultando capturado junto con varios prisioneros, de los cuales, aproximadamente la tercera parte eran franceses. Éstos, habiendo desobedecido las órdenes del general Bazaine -que había anunciado su regreso a Europa- se habían quedado a formar parte del ejército de Maximiliano, siendo considerados por los republicanos como filibusteros sin patria, pues habían renunciado a la suya sin haber adquirido la nueva de una manera válida.
Mariano Escobedo tenía que tomar una decisión ante quienes habían quebrantado la ley -y continuaban haciendo la guerra-; y la tomó: fusilar tanto al general Joaquín Miramón como a 107 extranjeros, perdonando a los mexicanos, aunque, en la práctica, indultó también a algunos franceses (originalmente los sentenciados eran 139) casándolos con mujeres del lugar para que se volvieran mexicanos.
De diez en diez iban subiendo a la tarima los jóvenes soldados para recibir el castigo en tanto que los que estaban ya en espera se daban ánimos evocando "La Marsellesa". Joaquín, por su parte, no tenía fuerzas para poder escapar de su destino, pero agradecía en su interior que su hermano se hubiera salvado.
Mientras tanto, Miguel Miramón, habiendo llegado a un paraje fuera del alcance de los republicanos con el resto de la tropa que había logrado escapar, comenzó a buscar preocupado a Joaquín sin poder encontrarlo. No obstante, no pensó que en caso de haberlo hecho prisionero, pudieran fusilarlo, ya que él también tenía prisioneros republicanos, y estaba dispuesto a "canjearlos" por la vida de su hermano. Sin embargo, las noticias fueron muy distintas..
Cuando Miguel se enteró de lo sucedido, de acuerdo a los testigos, lo invadió una mezcla de tristeza y cólera, e hizo una proclama donde anunciaba que a partir de ese momento la lucha con los republicanos "sería a muerte" pues le habían arrojado al rostro un guante imposible de ignorar (*en aquellos tiempos, se acostumbraba retar a un contrincante a duelo dándole una bofetada con un guante).
Las noticias también habían llegado por telegrama hasta Maximiliano y Mejía. El archiduque envió un mensaje de condolencias a Miramón y encargó a Mejía que acompañara a éste con su escolta para su regreso, haciéndose cargo de los prisioneros, pues temía que en el camino, bajo un ánimo exacerbado, Miramón pudiera fusilarlos en respuesta a su duelo.
Para el 8 de febrero, Miramón y Mejía llegaron a Querétaro y enterándose el primero de los temores del emperador, los desmintió diciendo que jamás hubiese hecho eso por venganza; pues además de que obedecía las reglas de sus superiores (algo que él mismo había padecido cuando como superior de Márquez, éste no lo había obedecido), el "duelo a muerte" sería en batalla.
Ya no tendría mucha oportunidad de demostrarlo, pues amén de algunas escaramuzas, más que batallas, los republicanos decidieron ponerle Sitio a la Ciudad. Lo que sí sucedió fue que algunos conocidos de Miramón en el bando republicano quisieron negociar con él, negándose siempre éste, aunque estuvieran a punto de perder.
en tu blog, siempre aprendo algo nuevo.
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