Por: Dhyana A. Rodríguez/.
Estas imágenes son dibujos idealizados de la llegada de Maximiliano y Carlota a Veracruz un 28 de mayo de 1864. El puerto en realidad estaba casi vacío, pues como llegaron antes de lo esperado (debido al viento favorable y una buena navegación), no había quienes los recibieran y los preparativos estaban a medias. Algunos autores han considerado también que la bienvenida fue muy fría debido a que Veracruz había sido el último bastión juarista durante la guerra de Reforma, si bien influía que también arribaron en las horas de mayor calor, cuando la gente se refugiaba en sus casas, amén de una alerta por fiebre amarilla. Agustín Rivera escribió que Carlota lloró ante la situación. Maximiliano trató de consolarla diciéndole que probablemente era porque aún no los conocían.
Esperaron algunas horas para desembarcar y después se dirigieron al Ayuntamiento guiados por el prefecto, que para entonces ya había llegado. Como llovía. Maximiliano, cubrió con su paraguas tanto a Carlota, que iba a su lado, como al prefecto, pero éste, abrumado ante el hecho de que hubiesen llegado antes y no estuviera listo el recibimiento, se sintió mal, estuvo a punto de desvanecerse, y el futuro emperador alcanzó a sostenerlo antes de que cayera al piso, lo cual hizo que se apenara más.
De cualquier forma, improvisando la situación, se dijeron algunos discursos y se prepararon para viajar en ferrocarril hacia Córdoba. Sólo era un trayecto, pues no estaba aún completa la ruta, así que bajaron y siguieron en un carruaje, al que se le quebró poco después la rueda. Siguieron a pie entre el lodo y la noche, pues no había modo de hospedarse o acampar por ahí. De nuevo, los organizadores del trayecto, se morían de la pena. Maximiliano lo tomó con humor y les platicó que que en su viaje a Brasil, había sido más difícil cruzar la selva.
Fue entonces cuando, como salvadores, llegaron un grupo de indígenas con antorchas para iluminar el camino y los guiaron a la ciudad, donde llegaron de madrugada y encontraron que los esperaban desde la tarde anterior. Maximiliano y Carlota pidieron disculpas por el retraso, refiriendo el accidente en el carruaje, lo que hizo buena impresión, pues por lo general las autoridades no se disculpaban ante circunstanciales retrasos.
Al día siguiente se dio una pequeña fiesta de bienvenida y después partieron hacia Puebla, pasando por Cholula, donde subieron la pirámide y pasaron el cumpleaños de la emperatriz (7 de junio). Ya en Puebla y en la Ciudad de México -donde arribaron un 12 de junio- se organizarían recibimientos más fastuosos..
FUENTES:
Varios autores... De Miramar a México. Imprenta de J. Bernardo Aburto, 1864. Orizaba, México. Facsimilar en el Fondo Alfonsino de la UANL.
RIVERA, Agustín. Anales de la Reforma y el Segundo Imperio. UNAM, 1994.
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